Recuerdo cuando no tenía prisa por llegar a donde fuese, por eso me iba
caminando, simplemente salías de casa o de donde estuvieras y agarrabas
banqueta y calle a tu destino. No había prisa, al menos no para mí. En el
trayecto escuchaba música, fumaba un cigarro o simplemente ponía en orden mis
pensamientos, esos momentos, lo que duraba la caminata, era para mí, era mi
tiempo, no de nadie más, solo mío.
Treinta minutos a la universidad, cuarenta y cinco minutos de Wal*Mart a mi
casa, quince minutos a casa de la mugre y mas minutos disponibles a otros
destinos que tenía en esa época. Ahí estaba ese tiempo para su servidor, el
tiempo suficiente para estar conmigo mismo, lo se, suena narcisista, pero en
verdad me agradaba estar solo conmigo.
Lo que más me gustaba hacer era poner en orden mis ideas, planear las
actividades de la escuela, del trabajo, de mi vida social que era bastante por
esa época. Siendo sinceros era bastante relajante todo aquello. A veces había
domingos nublados, mis preferidos, me levantaba de la cama, ponía la cajetilla
de cigarros y mi encendedor en mis bolsillos y salía a caminar, sin rumbo fijo,
veía las nubes, fumaba y pensaba y pensaba, fumaba y veía las nubes. Todo era
tan sencillo en esa época.
De repente estoy atrás de un volante, hago cinco minutos de mi trabajo a mi
casa y a donde quiera que valla hago lo mismo, voy pensando en lo lento que va
el carro de enfrente, en lo inútiles que son algunos para manejar y en que
tengo frenar a tiempo porque no traigo seguro. Ya no hay tiempo para mí y mis
pensamientos, ahora tengo prisa por llegar y no se a donde.
Aun me sigo pregunto cuando mi vida se paso al modo "de prisa"
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