domingo, 25 de marzo de 2012

Si me concedieran tres deseos

Alguna vez todos hemos pensado o hasta analizado que pediríamos si alguien nos concediera tres deseos, yo lo he hecho. No sé si sea en forma de genio con lámpara incluida, un trato con el diablo escribiendo tu nombre con sangre, o una especie de epitafio con intervención divina al final de tu vida. Las personas cambian, las cosas cambian y nuestros deseos cambian, bueno, a veces los deseos no cambian, aun mi deseo número uno en mi lista sigue siendo el mismo desde que recuerdo.

Volar; ese sería lo primero que pediría. Volar sin la ayuda de ninguna tecnología, sin ningún combustible, simplemente elevarte y observar como todo se va haciendo más pequeño, cruzar las nubes e ir a donde desees, sentir el viento en tu rostro y ver a los lejos la curvatura de la tierra cuando estés casi en la estratosfera, observar las ciudades iluminadas por la noche y a los automóviles ir como hormigas transitando sus carreteras, surcar el cielo y ver paisajes que muy pocos han visto, sentir el frio y ver, solo ver como gira el mundo bajo tus pies.

Inmortal; a menudo pienso en los libros que se han escrito y que no he leído y pienso en los que aun no se han escrito y que no leeré, pienso también en las películas que no veré, en la música que no escuchare y en los inventos que no probare. Hay tanto que hacer y tan poco tiempo que tenemos que imponer prioridades, imagina que no pasara el tiempo en ti, imagina ver como colonizan Marte y escuchar en televisión que se ha descubierto vida en IOK-1, imagina ver como avanza la tecnología, ver viajes espaciales, viajar a otros mundos, conocer vida en otra parte del universo, conocer algún día de donde vinimos exactamente. Ver, sentir y escuchar lo que no ha sucedido aun, pero que sucederá y que no tendremos vida para verlo, sentirlo y escucharlo.

Manipular tiempo, espacio y materia; ver a Jesus jugar como niño, a Van Gogh pintar La noche estrellada sobre el Ródano, tomarte un café con Einstein, escuchar a Bob Dylan cantar “The times they are a changin” a sus 21 años, ver el primer campeonato de los Chicago Bulls; moverse instantáneamente a través del espacio o del espacio plegable y estar instantáneamente en donde desees, desayunar en París, comer en Nueva York y cenar en Tokio, todo en un día. Esquiar en el Monte Everest, bucear en Hawái y sentarse en Machupichu para ver el atardecer acompañado de un buen café; inventar el adamantio, hacer del plomo oro, mover objetos con el pensamiento. Solo imagínalo.

¿Suena a ciencia ficción verdad?, a veces es bueno soñar, Lo único que es auténticamente natural son los sueños, que la naturaleza no puede tocar con su deterioro.